21.7.14

Reposo

                     Domingo. 13:30 hrs. 

A algunos ya les he comentado: escribir el blog en un celular es desagradable. Cada vez que escribo siento que estoy escribiendo un largo mensaje de texto. En la pantalla solo veo 8 líneas como máximo y cuando inserto una foto, la veo solo a ella. ¡Y luego subir y bajar para ver en qué orden está quedando la maraña! ¡Es lenta la cosa! Pese a la tremenda incomodidad de escribir en prosa en una pantalla de 5 x 4, me entretengo mucho compartiendo y redactando algunas apreciaciones de mi viaje. 

Tengo el tiempo para escribir y editar esto en papel y luego transcribirlo porque me han ordenado reposo. Ojalá absoluto. 

De ninguna manera. 

Desde el miércoles o jueves tengo un tirón en la espalda que duele y comprende recurrentes pinchazos desde la oreja izquierda hasta la mano del mismo lado. No sé si fue la almohada demasiado alta en Amsterdam, que bien podríamos llamar cojín de sofá, o si fue mi cartera o maleta, que estuvieron muy pesadas durante la semana. 

Fui a la farmacia. Un amable químico de pelo blanco me atendió esta mañana, rodeado de estantes de madera y paquetería antigua. Luego de la descripción que le entregué de mis síntomas, me dio un relajante muscular potente (que requería una receta médica que por supuesto yo no tenía) y sugirió reposo absoluto. 

Me desanimó su consejo: reposar en Madrid. Con lo que me ha gustado (y dolido) caminarla, ¡reposo!

Su recomendación significó, en primer lugar, abandonar el mercado El Rastro, algo que de todos modos tenía en mente. Será que sólo di con los importadores y no lo logré con los anticuarios. O habrá sido la molestia en mi espalda. La cosa es que no me gustó, no encontré lo que esperaba. 

Caminé lentamente por las callecitas  (me han fascinado) y conocí con toda calma la Imprenta Municipal. Sobre ella quiero escribir aparte, vale la pena. 

Desanimada pero disfrutando de los caminos, departamentos y edificios, encontré lo que había querido encontrar, sin estar buscándolo: un café de españoles en día domingo, de aspecto clásico y consagrado, para comer algo y reposar, porque de verdad me dolía mucho. 

El Café Central en la Plaza del Ángel.

¿Barrio? El de Las Letras. ¿Momento para conocerlo? Perfecto. 

Vidrios empavonados en las estrechas y altas puertas de entrada. Espejos rectangulares a la altura de la cabeza y pecho en todo el contorno del local. Cornisas de madera envejecida. Mesas redondas, chicas. Sillas de ébano. Un continuo sillón de cuero negro adosado a las paredes (en él estoy yo). Un piano de media cola en un pequeño escenario. Jazz, blues, música clásica, swing.

¿Será turístico? No lo creo. Sólo escucho y veo españoles de barrio. Lo noto. La gente está en pausa, tranquila, conversadora. La música solo mejora. 

¿Es este el Bar Nacional de Madrid? La Confitería Torres? Tendré que preguntarle a alguien que haya vivido acá. 

Resulta que además de café y restaurant, este es un club de jazz. De lunes a domingo hay funciones y mañana en la noche toca "Twangueros", un conjunto de guitarra, contrabajo y batería. De todas maneras vendré mañana a hacer reposo.

De las posibilidades que ofrece el menú del día, pedí una crema fría de calabaza con miel y curry. Muy cremosa y fresca, estaba exquisita. De fondo, un tártaro de atún con aguacate, bastones de pera, sésamo negro y rúcula. Excelente el toque de pera; no había probado el tártaro así. 

El postre, le pido al mozo, tráemelo después, por favor, que no tengo ningún apuro y aquí estoy mejor que en la calle caminando.

Ningún problema, me sonríe. 

Unos señores en la mesa vecina conversan y discuten. Me gusta la manera en que usan el lenguaje, las palabras, su entonación. Desafortunadamente no puedo escuchar completamente la conversación. Han hablado del rol de las empresas, alguna cuestión que le repele intelectual y moralmente al que se ve más joven, sobre la prensa y algunos libros. Antes hablé un poco con el más viejo, mientras él esperaba al otro. Ha estado en Chile por negocios. ¿Quiénes serán?

El vino blanco que pedí está quieto. Iba a probarlo cuando tuve la mala idea de googlear, y helo por ahí: la mezcla del remedio con alcohol es altamente desaconsejable. Ambos son "depresores" y el alcohol podría aumentar los efectos del compuesto. Lo que no sería demasiado malo, a decir verdad... Pero bueno. Estando en el extranjero, prefiero cuidarme. 

Le expliqué esto al mozo, que ha sido muy simpático. No quiero que el vino se pierda y él ha aceptado la copa con gusto. 



Efectivamente, el relajante muscular produce mareo. Pero estoy bien. Me iré caminando lentamente al Parque del Retiro y de nuevo reposar.

Madrid será lento y pausado y no tengo problema con eso. Quiero contarles mucho, mucho sobre esta bella y encantadora ciudad. Lo haré. Durante mi reposo. Sólo quiero que se pase el dolor para disfrutarlo mejor. 

Esto es como Gent, pienso. Si con lluvia, chaquetón y paraguas me fascinó Gent, ¿cómo será despejado y templado? Lo mismo aquí: ¿cómo será Madrid a este ritmo pero sin pinchacitos en la espalda?







4 comentarios:

C.S.G. dijo...

Mucho ánimo Gracia! Ojalá pase pronto el dolor para que puedas seguir disfrutando de tu viaje. Pero, por favor, sigue escribiendo, que me he vuelto adicta a tu blog. ¡Me encanta!

Feña dijo...

Grace, fantástico relato, entretenido, me haces viajar y conocer. Tendrás que escribir un libro y contar ahí miles de detalles que seguro lo transformarán en un best seller.
Cuidate mucho
Feña

Maria Gracia dijo...

Gracias, Cata! Sigo en Madrid mejoradome. Todavía quedan dos semanitas. Un abrazo!

Maria Gracia dijo...

Gracias, 007! Esa es la idea. Faltan todavía fotos de Madrid... Es precioso!! Mucho más de lo que yo esperaba. Ya vendrán... Un abrazo!

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